Costumbres y recuerdos
1º y 2 de noviembre
En la liturgia católica los días 1º y 2 de noviembre figuran como el Día de los Santos y el Día de los Muertos, respectivamente. Pero la tradición popular hacía que los dos días fueran dedicados a honrar a los difuntos en el cementerio.
Remontándonos a varias décadas atrás, estas fechas se tenían muy en cuenta, y hasta se establecían feriados administrativos para que las personas pudieran viajar a los lugares donde tenían sepultados a sus deudos. Esto se transformaba en un encuentro de familiares, que tal vez no se verían hasta el próximo año, en estas mismas circunstancias.
En esos tiempos, los autos eran privilegio de algunos pocos, por lo que era muy común ver desde muy temprano la larga fila de sulkys y carros de las personas que vivían en las colonias cercanas, y pasaban gran parte del día en el cementerio. Otro medio de transporte lo constituían los camiones que esos días eran adaptados como vehículos para llevar pasajeros y tenían un recorrido y paradas establecidas dentro del pueblo, donde las personas los esperaban con sus ramos de flores, velas, jarrones y otros objetos que llevaban para honrar a sus difuntos.
El rezo del Rosario ante cada bóveda o panteón era un ritual que se hacía con verdadera reverencia y respeto. Como no todos sabían rezarlo, había quienes se dedicaban a hacerlo, cobrando un pequeño “diezmo” por realizar esta oración.
Pero había otro hecho singular y menos místico. Teniendo en cuenta que había gente que venía de lejos, fuera de las puertas del camposanto, se levantaban unas carpas donde se podía comer y tomar distintos tipos de bebidas, y al final del día era común encontrar alguno con unas copas de más...
Aunque la nota especial, para alegría de los más chicos, la constituía la carpa de los helados, que ese día daba comienzo a la temporada de venta, que llegaba hasta principios de marzo. Muchos iban ahorrando de a moneditas para este singular acontecimiento.
En la liturgia católica los días 1º y 2 de noviembre figuran como el Día de los Santos y el Día de los Muertos, respectivamente. Pero la tradición popular hacía que los dos días fueran dedicados a honrar a los difuntos en el cementerio.
Remontándonos a varias décadas atrás, estas fechas se tenían muy en cuenta, y hasta se establecían feriados administrativos para que las personas pudieran viajar a los lugares donde tenían sepultados a sus deudos. Esto se transformaba en un encuentro de familiares, que tal vez no se verían hasta el próximo año, en estas mismas circunstancias.
En esos tiempos, los autos eran privilegio de algunos pocos, por lo que era muy común ver desde muy temprano la larga fila de sulkys y carros de las personas que vivían en las colonias cercanas, y pasaban gran parte del día en el cementerio. Otro medio de transporte lo constituían los camiones que esos días eran adaptados como vehículos para llevar pasajeros y tenían un recorrido y paradas establecidas dentro del pueblo, donde las personas los esperaban con sus ramos de flores, velas, jarrones y otros objetos que llevaban para honrar a sus difuntos.
El rezo del Rosario ante cada bóveda o panteón era un ritual que se hacía con verdadera reverencia y respeto. Como no todos sabían rezarlo, había quienes se dedicaban a hacerlo, cobrando un pequeño “diezmo” por realizar esta oración.
Pero había otro hecho singular y menos místico. Teniendo en cuenta que había gente que venía de lejos, fuera de las puertas del camposanto, se levantaban unas carpas donde se podía comer y tomar distintos tipos de bebidas, y al final del día era común encontrar alguno con unas copas de más...
Aunque la nota especial, para alegría de los más chicos, la constituía la carpa de los helados, que ese día daba comienzo a la temporada de venta, que llegaba hasta principios de marzo. Muchos iban ahorrando de a moneditas para este singular acontecimiento.
Etiquetas: Costumbres, Cultura, Curiosidades