El día después
Cuando se organiza un evento muy deseado, parece que el día nunca llegara. Esto nos ocurría mientras organizábamos la presentación del espectáculo artistico-cultural en el Museo José Hernández, de la ciudad de Buenos Aires.
Sin embargo, hoy ya es el día después. Es difícil ser objetivo cuando se es parte de algo. Hay cosas que sólo se pueden explicar desde los sentimientos.
Ver colmada la sala de espectáculos del Museo (capacidad para más de 100 personas) fue algo ansiado, pero casi imposible de lograr. Empero se hizo realidad. Un grupo de jovitenses radicados “en los alrededores” acudió a la convocatoria, y apiñados en ese espacio, se reencontraron, abrazaron, lloraron y recordaron, todo en medio de una gran emoción.
El cerrado aplauso de pie, las lágrimas en los rostros, y la ovación final, dieron la pauta de la calidad del espectáculo que habían presenciado y del vibrante momento que estaban viviendo.
Después de esto, no queda nada para agregar
Sin embargo, hoy ya es el día después. Es difícil ser objetivo cuando se es parte de algo. Hay cosas que sólo se pueden explicar desde los sentimientos.
Ver colmada la sala de espectáculos del Museo (capacidad para más de 100 personas) fue algo ansiado, pero casi imposible de lograr. Empero se hizo realidad. Un grupo de jovitenses radicados “en los alrededores” acudió a la convocatoria, y apiñados en ese espacio, se reencontraron, abrazaron, lloraron y recordaron, todo en medio de una gran emoción.
El cerrado aplauso de pie, las lágrimas en los rostros, y la ovación final, dieron la pauta de la calidad del espectáculo que habían presenciado y del vibrante momento que estaban viviendo.
Después de esto, no queda nada para agregar