sábado, octubre 01, 2005

Hijos del aire

Una pintura. Era de un pintor que, antes de desaparecer misteriosamente, se había inspirado y terminado magistralmente. Pero a nadie parecía importarle, todos pasaban al lado de la pintura sin echarle ni siquiera un vistazo. Para mí era increíble, fascinante.

Tenía ocho años cuando la vi por primera vez. Estaba colgada donde un rayo de luz la iluminaba y parecía que cobrara vida: representaba un mar con sus olas, la tierra bañada por el sol y acariciada por el mar. En el lugar donde el mar, la tierra y el sol se tocaban había unas formas transparentes. Tardé muchísimo en descubrir qué eran esas formas.

Cuando me hice mayor y pude ahorrar dinero, compré la pintura y me gané la vida pintando cuadros y trabajando de mesera.

Cumplí veintidós años y mi vida cambió: un señor adinerado me compró cuadros y propuso hacer una muestra. Así fue como me convertí en una pintora famosa; pero jamás pude llegar a crear una pintura tan hermosa, a mi parecer, como la de aquél pintor.

Como ya mencioné anteriormente tardé mucho tiempo en descubrir qué eran esas formas semi- transparentes, que parecían ser una pequeña porción del misterio de la pintura, pero que en realidad, eran toda la composición, el elemento principal.

Esas formas eran humanas, o eso daba a entender su aspecto. Estaban pintadas donde se unían el sol, el agua, la tierra y (parecía que hubiera movimiento en los arbustos, en las túnicas de esas personas) el aire. Podrían haber sido el mismísimo aire, pero daban la impresión de ser más corpóreos que este.

Esa noche tuve un sueño. Estaba en la pintura. Las personas transparentes sonreían y me miraban. Uno de ellos se adelantó y me dijo que eran "hijos del aire" ya que todos eran pintores y todos se habían maravillado por la belleza de este elemento. Buscaban aún su verdadera hermosura y a medida que pasaban los años, una persona se unía y se convertía en una generación más de los "hijos del aire".

A la mañana siguiente encontré la inspiración necesaria y pinté como jamás había pintado.

Mi pintura reflejaba nubes, estaban los "hijos del aire", representaba todo lo que me habían dicho.

Aún me faltan unos toques y la terminaré, pero antes escribo esta carta, para que el que la encuentre vea también la belleza que hay en las pinturas de los "hijos del aire". Cuando acabe la pintura, moriré. Mi alma se unirá a ellos y juntos buscaremos la belleza que los ojos humanos solo pueden observar cuando son ayudados por el corazón y, que muy pocos, pueden observar.

Merce.