viernes, octubre 12, 2007

Anécdotas (II)

Más anécdotas de nuestro pueblo:

Con el nombre de "Pascualín" se conoció al señor Pascual Amado Nervo, que fue Juez de Paz Lego del vecino pueblo de Mattaldi, al mismo tiempo que lo era el señor Primo Rica en Jovita. (Estamos hablando de los años 1940/1950).

Según una anécdota -aportada por el señor Juan Carlos Abrate-, Pascualín le pide a Primo una documentación que podría estar en el Juzgado local. Cómo la carta era muy extensa, y en el apuro por complacer al colega, Primo, sin termi­nar la lectura, comienza a buscar dicha documentación. Luego de una búsqueda infructuosa, y antes de comunicarle el resultado negativo, vuelve a leer la carta, esta vez hasta el final. Ahí se encuentra que en los últimos párrafos, Pascualín le dice que no busque esos papeles porque ya los encontró: estaban en Mattaldi, en su propio Juzgado.


En septiembre de 2004, el Seminario de Río Cuarto festejó sus Bodas de Oro, con la asistencia de Monseñor Artemio Stafolani, Obispo de la Diócesis y Monseñor Pedro Quaranta, párroco de Jovita, sacerdotes de la primera promoción. Participaron de los actos autoridades del clero, la política y publico en general. En la delegación de Jovita estaban presente el Intendente doctor Gabriel Rébola y el director del IPEM 221, profesor Héctor Politano, quienes fueron los primero "monaguillos" del Padre Pedro. Entre las autoridades eclesiásticas estaba presente Monseñor Moisés Blanclout, ex Obispo de la Diócesis. Cuando Rébola y Politano se acercaron a saludarlo, juntos recordaron la "accidentada" inauguración de la Torre de la Iglesia de Jovita.

Así ocurrieron los hechos:

Por falta de un escenario adecuado, frente a la iglesia se armó un improvisado palco con tablones sobre tambores de combustibles vacíos. Como el acontecimiento había reunido a una importante cantidad de autoridades (políticas, educativas, eclesiásticas y otras), todas subieron al "tablado". En el momento de comenzar el acto se escuchó un ruido de maderos quebrados, y ante el asombro y estupor de los asistentes, desaparecieron las autorida­des de la vista de la concurrencia; la precaria plataforma no resistió el peso de tanta "carga pública”.

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